El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, ve en Vaca Muerta una oportunidad para dar el salto exportador que necesita la golpeada economía del país, pero lograr el desarrollo masivo de esta gigantesca formación de hidrocarburos no convencionales dependerá de múltiples factores.
Sin posibilidades de endeudarse más, Argentina necesita incrementar fuertemente sus exportaciones -que totalizarían este año los 65.000 millones de dólares- y para ello debe desarrollar un sector alternativo al agropecuario, por ahora, el mayor proveedor de divisas para el país.
La mejor opción en la mira es Vaca Muerta, una formación no convencional en el suroeste del país, con epicentro en la provincia de Neuquén, y cuyo desarrollo apenas alcanza al 5 % de su extensión.
Fernández, que asumirá la Presidencia el próximo 10 de diciembre, ganó los comicios de octubre con una plataforma que, entre otros puntos, plantea generar un régimen especial de inversiones para Vaca Muerta con el objetivo de generar un superávit de divisas que permita a Argentina acumular reservas genuinas y revertir su "fuerte cuadro deficitario".
En los últimos años, el incremento de producción en Vaca Muerta, particularmente la de gas, ha permitido mejorar notablemente la balanza comercial energética del país, por años deficitaria y que en 2019 cerrará al menos equilibrada.
"El potencial exportador energético del país se centra en Vaca Muerta", dijo a Efe Alejandro Ovando, director de IES Consultores, quien precisó que, en un escenario conservador, Argentina podría lograr un superávit en la balanza energética de 4.100 millones de dólares en 2025 y de 10.800 millones en 2030 y, en el mejor de los escenarios, uno de 6.300 millones en 2025 y de 23.100 millones en 2030.
Pero, según advierte el experto, Vaca Muerta no se puede desarrollar solo con capitales locales.
"De hecho, se estima una inversión necesaria de 7.500 millones de dólares por año hasta 2030. Por ese motivo resulta crucial contar el aporte de otras grandes petroleras multinacionales", apuntó.
Asesores de Fernández han adelantado que el futuro Gobierno impulsará un nuevo marco de regulación que vuelva más competitivos en términos impositivos y financieros los proyectos en Vaca Muerta en relación a otros en formaciones similares, como Permian y Marcellus (Estados Unidos), pero, aunque los rumores abundan, no se han informado los detalles del proyecto.
En tanto, desde las petroleras se han multiplicado en las últimas semanas los mensajes, expresados en distintos foros, reclamando al futuro Gobierno ciertas condiciones para sus proyectos en Vaca Muerta, como por ejemplo que se permita el libre giro de ganancias a las casas matrices.
Pero hay otros grandes desafíos para el desarrollo del perfil exportador de la promisoria formación que se centran en los precios y las infraestructuras.
Según Mariano Saritzu, economista del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea, la "disociación" entre los precios domésticos e internacionales de los hidrocarburos "compromete seriamente" los planes de inversión.
Las recientes turbulencias cambiarias sufridas por Argentina produjeron caídas en el precio en dólares de los principales combustibles líquidos y del gas en boca de pozo, profundizando la diferencia entre los precios locales y lo valores internacionales.
A ello se sumó en agosto la decisión del saliente Gobierno de Mauricio Macri de congelar los precios de los combustibles, lo que ha impactado de lleno en el sector, con un freno en la actividad en los pozos, suspensiones de unos 1.500 operarios y amenazas de despidos.
Otro punto de conflicto son los derechos de exportación, impuestos que las petroleras temen que Fernández aumente.
"Una excesiva carga impositiva a las exportaciones, superior al 10 %-15 %, puede detener por completo el proceso de inversiones, teniendo en cuenta que el mercado interno ya cuenta con autoabastecimiento para el gas en verano -en invierno se importa de Bolivia y Chile- y de petróleo", advirtió Ovando.
El exceso de oferta plantea por otra parte la necesidad de aumentar la demanda desde el exterior, pero será inútil abrir mercados externos sin la infraestructura adecuada para concretar esas colocaciones.
En este renglón, el desafío urgente para Argentina es aumentar la capacidad de transporte del gas natural y la construcción de plantas de licuefacción que permita exportar gas natural licuado (GNL).
"La incapacidad de comercializar el gas se podría convertir en un cuello de botella importante teniendo en cuenta la generación de gas asociado a los pozos petroleros. Es decir, si no hay donde ubicar el gas es posible que se limite la producción de petróleo", observó Ovando.
Según apuntó Saritzu en un informe, si bien existen diversas alternativas para expandir las posibilidades de colocación del "shale gas", se requiere de obras de infraestructura que, aun con la decisión de hacerlas, demandan de algunos años para ejecutarse.
"En el mejor de los casos, se puede esperar que la producción se sostenga en los niveles actuales en el corto plazo", señaló el experto.