La nominada para presidir el Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, afirmó este miércoles que la política de estímulos monetarios del emisor todavía será necesaria por un periodo "prolongado" de tiempo para hacer repuntar la inflación en la eurozona, aunque llamó a vigilar sus efectos secundarios.
La exdirectora gerente del FMI y exministra francesa de Economía compareció este miércoles ante la Eurocámara, después de que líderes de la Unión Europea (UE) la eligiesen en julio para suceder al italiano Mario Draghi a partir del 1 de noviembre.
El Parlamento se pronunciará esta tarde sobre su nominación, aunque su opinión no es vinculante, con lo que la audiencia fue más bien un ejercicio de transparencia en el que la francesa combinó un mensaje de continuidad en el mandato del BCE con guiños de apertura en materia de ecología, innovación o diálogo con la sociedad civil.
Para Lagarde, "no han desaparecido" los retos que justificaron la actual política monetaria del BCE, que conjuga bajos tipos de interés con la compra de bonos para estimular la economía.
La eurozona enfrenta riesgos a corto plazo sobre todo externos, como las tensiones comerciales o el "brexit", mientras que la inflación sigue por debajo de la cota próxima pero inferior al 2 % que persigue el BCE.
En estas circunstancias, Lagarde se mostró "de acuerdo con la opinión del Consejo de Gobierno de que una política altamente acomodaticia está justificada por un período prolongado de tiempo, para llevar la inflación de nuevo a (la cota) por debajo pero cerca del 2 %".
No obstante, precisó que, si bien el efecto de estas políticas no convencionales sigue siendo positivo, "necesitamos ser conscientes de sus potenciales efectos secundarios", algo que "requiere vigilancia continua".
La política de bajos tipos de interés ha generado críticas en particular por parte de los bancos, que ven minados sus márgenes de beneficios, y en Alemania.
En este sentido, Lagarde consideró que "de cara al futuro" habrá que analizar cuáles son los retos y las herramientas adecuadas para afrontarlos -y en qué medida aplicarlas- y se mostró abierta a revisar el marco de política monetaria del BCE.
"Mi creencia es que un análisis de costes y beneficios y posiblemente una revisión del marco monetario (...) está justificada dadas las circunstancias", dijo Lagarde, quien insistió en que sus declaraciones no prejuzgan las decisiones que tome este mes el BCE sobre posibles nuevos estímulos.
Lagarde, quien hizo gala de su experiencia como ministra y al frente del FMI, aseguró que si se confirma su mandato para los próximos ocho años, combinará "el compromiso firme con el mandato del BCE con la agilidad para adaptarse conforme el mundo cambia".
Entre los desafíos para el futuro, dijo, destacan tres de nuevo cuño: los ligados al cambio climático, el cambio tecnológico y la ruptura del orden internacional multilateral.
Frente a una Eurocámara con más presencia ecologista que en la anterior legislatura, la francesa hizo especial hincapié en la importancia de que el BCE y las instituciones en general consideren "críticos" la lucha contra el cambio climático y la protección medioambiental, así como los riesgos ligados a éstos.
Advirtió, no obstante, de que Fráncfort tiene límites a la hora de aumentar sus compras de bonos verdes por el escaso tamaño del mercado y la falta de claridad sobre qué se considera un activo ecológico.
En el capítulo tecnológico, abogó por vigilar los riesgos pero sin cortar las alas a la innovación. En cuanto a las criptodivisas o divisas virtuales, Lagarde saludó que el BCE haya recibido el encargo de analizar si son apropiadas, e incidió en que "deben cumplir con todas las reglas" en función de la actividad que realicen.
Lagarde también hizo un alegato a favor de la inclusividad que, dijo, pasa por cooperar con otros agentes económicos y fomentar la diversidad, escuchando "a todas las voces posibles".
"El BCE tiene que escuchar y entender a los mercados, pero también a la gente", dijo la política francesa, quien abogó por mejorar la comunicación de la institución.
En este capítulo, Lagarde repasó la labor que queda por hacer en la eurozona, en particular completar la unión bancaria y la unión de mercados de capitales, y una mejor coordinación de las políticas fiscales como medio para responder ante la crisis.
En este sentido, afirmó que los países todavía pueden aplicarse el mantra de "arreglar el tejado mientras brille el sol" y dijo que, si bien algunos no tienen espacio fiscal para ello, otros sí pueden adoptar políticas favorables al crecimiento, algo que Bruselas viene reclamando a Alemania y Holanda.