Ya no es la de Angela Merkel, pero hay cosas que no cambian. Alemania ha dejado claro que no va a poner fácil el debate sobre las reglas fiscales que ha comenzado, por su parte, con duras críticas a la propuesta que ha hecho la Comisión Europea sobre la base de dar una mayor flexibilidad a los estados miembros a la hora de cumplir con los objetivos de deuda (60% del PIB) y déficit (3%). En Bruselas no ha sentado bien el ataque del gobierno germano, que desconfía de que sea la Comisión Europea la que pacte bilateralmente los planes de estabilidad con los estados miembros y quiere, además, unos mínimos comunes para los países con exceso de deuda, como España o Italia.