“Hemos hecho un progreso sustancial en la normalización de la política monetaria, y tenemos que reconocer que hay señales claras de una desaceleración económica en la eurozona”. La afirmación de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), supuso este jueves un giro respecto a la agresividad mostrada en los últimos meses por la institución en su lucha contra la inflación.
El BCE situó la preocupación por el frenazo del crecimiento (y el riesgo de recesión) junto al objetivo de contener las subidas de precios por primera vez en esta crisis energética, exacerbada por la invasión rusa de Ucrania.