Las niñas del coro ganan la batalla por su derecho a cantar en Afganistán

La guerra en Afganistán no ha perdonado al sistema educativo del país. Las escuelas se han ido politizando, tanto por el extremismo religioso como por la búsqueda del poder político en este país islámico, en donde algunos intentan introducir una dimensión ideológica en el sector educativo. En teoría, el Gobierno afgano fomenta el acceso de las niñas a la educación, pero en la práctica, las niñas de algunas zonas del país siguen siendo limitadas para asistir a la escuela. 

Aunque la igualdad de género figura en la constitución afgana, la brecha existe y es grave.

Najiba Arian, portavoz del Ministerio de Educación afgano, afirma que actualmente hay 9,7 millones de alumnos escolarizados en el país, de los cuales el 42% son niñas. Sin embargo, casi 3,7 millones de niños y niñas en edad escolar (de los cuales 60% son niñas) se encuentran fuera del sistema escolar.

Las dificultades de acceso a la educación son más pronunciadas en las provincias del sur y del este del país, dice Arian, no solo por la inseguridad, sino también por la persistencia de costumbres tradicionales y tribales. La mayoría de estas zonas pertenecen a grupos étnicos y se encuentran bajo el control de los talibanes, que que gobernaron el país en la década de los 90 y que, a pesar de sus recientes declaraciones de cambio, siguen oponiéndose a la educación de niñas y mujeres, por ejemplo destruyendo escuelas que se han construido en los últimos 20 años.

Sin embargo, estos y otros retos han empujado a las mujeres afganas a no rendirse. 

En 2015, el Ministerio de Educación introdujo un controvertido plan de reforma que introducía uniformes para las alumnas — vestidos largos y de color oscuro que cubrían todo el cuerpo, similares a los que utilizan los grupos islamistas extremistas. Muchos activistas de la sociedad civil condenaron el plan, argumentando que la ropa no solo promovía el extremismo, sino que también era demasiado calurosa para llevarla en verano, cuando las escuelas están abiertas en el país. Finalmente, el Ministerio tuvo que abandonar la idea. En algunas partes del país, donde el conservadurismo y las costumbres tribales siguen siendo fuertes, las jóvenes usan este tipo de vestimenta —que cubre también sus rostros—, a pesar de las altas temperaturas, lo que dificulta tanto ir a la escuela como prestar atención en clase. 

Sin embargo, la batalla por la igualdad de género en las escuelas afganas ha adquirido recientemente un nuevo matiz, gracias a un movimiento online por los derechos de las mujeres y que pretende dar voz a quienes han sido silenciadas durante demasiado tiempo: la campaña coral Ma'arif (que significa educación).

La campaña fue el fruto de la indignación suscitada después de que uno de los departamentos del Ministerio de Educación anunciase, en marzo de 2020, que las alumnas mayores de 12 años tenían ahora prohibido cantar en coros escolares, ya sea en público o delante de hombres.

Espontánea y sin líderes, la movilización adoptó una forma original. Más de un centenar de mujeres colgaron en Internet, a causa de la pandemia, vídeos en los que cantaban canciones de su infancia y cuestionaban por qué se les impedía cantar a las niñas habiendo pasado dos décadas desde la caída del Gobierno talibán. La campaña obtuvo un amplio apoyo de la opinión pública, de forma sostenida.

Una vez más, la protesta logró hacer retroceder al Gobierno. El Ministerio de Educación acabó emitiendo un comunicado en el que sostenía que el plan "no reflejaba la posición y la política oficial del Ministerio". Wahid Omar, asesor del presidente afgano Ashraf Ghani Ahmadzai, declaró: "Ningún individuo o institución puede poner límites a los ciudadanos, [sería] contrario al espíritu de la Constitución del país".

A comienzos de 2021, el Gobierno intentó otra maniobra, esta vez para fusionar las escuelas con las mezquitas durante los tres primeros años del plan de estudios de primaria —probablemente para asegurar la influencia de los círculos islamistas radicales, como el de los talibanes—, pero nuevamente se detuvo en seco tras una ola de protestas online. El ministro de Educación, Assadullah Hanif Balkhi, se justificó en ese momento diciendo que el programa tenía como objetivo facilitar el acceso a la educación a los alumnos de zonas que no tienen escuelas, y que el plan de reforma había sido malinterpretado. 

"Tanto el plan de fusionar las escuelas con las mezquitas durante los tres primeros años de educación como el de prohibir que las alumnas mayores de 12 años canten en las escuelas son esfuerzos para radicalizar y 'talibanizar' el sistema educativo afgano", lamentó Fariha Esaar, una de las activistas que cantó para las cámaras durante la campaña coral.

Ahora, con la retirada de las fuerzas militares extranjeras y la posibilidad de una escalada de la guerra civil en el país, añadió, existe una gran preocupación por la influencia del grupo armado en algunos círculos. "No podemos permanecer en silencio. Debemos levantarnos y evitar que el extremismo se inmiscuya en el sistema educativo. Esta vez lo hemos conseguido, pero necesitamos planes de acción más estructurales para garantizar la igualdad de género, y para que las decisiones políticas no excluyan a las mujeres".

Ghulam Dastgir Munir, profesor y experto en educación, afirma que fue suspendido de su puesto en una escuela pública tras criticar abiertamente iniciativas radicales como la educación de los niños en las mezquitas y la prohibición de que las niñas canten. Para él, el principal reto sigue siendo el reparto de plazas y puestos en el sector de la educación, que actualmente no se asignan en función de la experiencia sino de la afiliación política. Para garantizar la igualdad de género y despolitizar las escuelas, dice, los nombramientos deben estar libres de toda afiliación política.

La campaña coral Ma'arif es un ejemplo de éxito en la lucha de la sociedad civil por la igualdad de género en Afganistán. Pero un plan de acción a largo plazo es necesario para acabar con las desigualdades en las escuelas. Uno que aumente la tasa de maestras y sensibilice a las familias sobre la importancia de la educación de las niñas, especialmente en las zonas aisladas.