El cine con nombre de mujer Ai-Khanoum busca erigirse en Kabul como una barricada contra el fundamentalismo para mantener los derechos femeninos adquiridos con la caída, hace 18 años, de los talibanes, que amenazan con volver si prospera un acuerdo de paz con el Gobierno que surja de los comicios del sábado.
"Es mi primera vez", dice sonriente a Efe a la salida del cine Zahra Syas, una universitaria de 21 años. La joven reconoce que "no es fácil, especialmente para las chicas, ir al cine", por lo que ha sido toda una experiencia: "Estoy impresionada".
También es la primera vez para Gudsya, de 20 años, que explica que su mayor temor era que hubiese chicos y la molestaran, pero no ha sido así, sorprendida de encontrarse con numerosas mujeres y algunos hombres con sus familias.
"Estoy tan feliz", repetía, segura de que volverá, a pesar del fundamentalismo religioso que prohíbe lugares como ese.
"Mi madre y mi padre tienen miedo de que venga debido a la seguridad, pero les digo que necesitamos venir a lugares como este y permanecer firmes contra (...) las amenazas", sentencia.
El cine Ai-Khanoum, que abrió sus puertas hace tres meses, se encuentra en un barrio hazara, una de las comunidades más atacadas por los radicales islámicos. Hay que atravesar un café, una pequeña biblioteca y subir varias plantas para encontrarlo en el ático.
La sala está repleta, 74 espectadores, dice el organizador, con madres con sus bebés al fondo, algunos jóvenes en la parte central y mujeres de todas las edades, algunas con sus maridos, al frente, en las primeras filas.
"Este cine es especialmente para las mujeres", explica a Efe su propietario, Mohammed Amin Poya, que busca recuperar el antiguo esplendor de las salas que había antes de que hace 40 años comenzara una periodo de guerra casi ininterrumpida en Afganistán, con la invasión soviética primero, luego la guerra civil y finalmente la ocupación estadounidense.
"Recuerdo que mi padre y mi abuelo me contaban que había muchos cines en Kabul, muchos iban al cine y la gente esperaba durante horas en las puertas" para ver la película, rememora, lo que le llevó a abrir este cine familiar "al que las chicas pueden acudir en un ambiente seguro", con días como el martes solo para ellas.
Poya sabe que lo que está haciendo es peligroso, con fundamentalistas, sobre todo talibanes o miembros del grupo yihadista Estado Islámico (EI), opuestos completamente a este tipo de lugares, prohibidos, al igual que el baile, la música o el vuelo de las cometas, durante el régimen talibán entre 1996 y 2001.
Este amante del cine de Hollywood, de Bollywood o de Irán, ya ha recibido amenazas telefónicas en dos ocasiones, pero asegura que seguirá adelante.
"No tengo miedo. Cada hora, cada segundo, puede pasar algo, pero no me importa", sentencia.
La película de hoy es también otro grito de protesta: "Hava, Maryam, Ayesha", una film afgano que narra los problemas de tres mujeres de diferentes estratos sociales de Kabul y que fue presentada recientemente en el Festival de Venecia, con elogios de estrellas como la actriz Angelina Jolie, que animó a verla.
Uno de los guionistas de la película, el joven Ageel Payeez, presente en la sala, aseguró a Efe que en Afganistán ya no hay marcha atrás, y que incluso un regreso de los talibanes, tras un posible acuerdo con el Gobierno que surja de las votaciones este sábado, "no conseguirá que la gente deje de ir al cine".
"Sólo este año hemos tenido dos festivales de cine en Afganistán, uno en Kabul -el Festival de Cine de Afganistán- y otro en Herat (oeste) -Festival de Cine de Herat para Mujeres- y habrá otro festival en un mes (...) todo esto son solo buenas noticias", dice.
Aunque el joven guionista reconoce que "desafortunadamente (la industria del cine) aún no ha sido aceptada (...) todavía la mitad de la población en Afganistán no se siente cómoda con las películas y el cine, aunque la gente está cambiando".
Ante esta situación, con los talibanes y clérigos "completamente en contra", revela que reciben "un montón de mensajes" con amenazas, diciéndoles "que no es bueno mostrar a chicas en las películas", pero por otro lado, añade, hay otros que les piden que no se rindan.
Umul Bameen, de 17 años, es una de ellas. "Creo que este es el primer cine que veo, y ha sido fantástico (...) me encanta", dice a Efe entusiasmada.
La joven pretendía ir a un parque, pero tras ver anunciada la sala de cine en un cartel se animó a ir con una amiga y no se arrepiente.
"Prometo que volveré", sentenció.
Moncho Torres