Los doce miembros de un jurado de Nueva York acaban de plantear a sus conciudadanos estadounidenses una pregunta sencilla: ¿están dispuestos a elegir a un criminal convicto para la Casa Blanca?
En el juicio por sobornos, Donald Trump ha sido declarado este jueves culpable en las 34 acusaciones por falsificación de registros comerciales. El veredicto convierte a Trump en el primer expresidente culpable de delitos graves en los casi 250 años de historia de Estados Unidos.
Este momento histórico, en el que el país se suma a otras democracias del mundo capaces de demostrar que están dispuestas a hacerle rendir cuentas a los líderes políticos, también representa todo un terremoto de cara a las elecciones presidenciales de noviembre, donde sondeo tras sondeo Trump mantiene una pequeña ventaja sobre Joe Biden, pese a los intentos del presidente por cambiar la tendencia. Si la condena no lo consigue, tal vez nada pueda lograrlo.
El juez dictará su sentencia el 11 de julio, pocos días antes de la convención nacional republicana de Milwaukee, donde Trump se convertiría en el primer delincuente convicto en ser nombrado candidato presidencial por su partido. Un viajero en el tiempo que viniera desde el 2014 se quedaría pasmado.
Durante las siete semanas que ha durado el juicio, sórdido en más de una ocasión, una cuestión ha preocupado especialmente a Washington: el tema es relevante para los historiadores, es relevante para los periodistas, y es claramente relevante para los cómicos de los programas nocturnos de la tele, ¿pero será relevante para los votantes?
A Trump le benefició que no se permitieran cámaras de televisión en la sala, una decisión que hizo al juicio menos dramático y espectacular que el del Watergate o el de OJ Simpson.
Las encuestas demuestran de manera sistemática la polarización que vive Estados Unidos, con una mayoría de las opiniones sobre Trump ya definidas. Estamos hablando del hombre que dijo que disparar contra una persona en la Quinta Avenida no le haría perder votantes.
Trump tiene otros tres casos penales por delante, pero es posible que el actual juicio sea el único en tener lugar antes de las elecciones de noviembre.
¿Qué dicen los sondeos?En uno de los últimos sondeos, el de PBS NewsHour/NPR/Marist, el 67% de los votantes dijo que un veredicto de condena no cambiaría su voto en noviembre; y un 76% afirmó que un veredito de inocencia no lo cambiaría. En torno a un 25% de los republicanos dijo que si un jurado declaraba culpable al expresidente aumentaría la probabilidad de su voto por Trump.
En una encuesta de abril que la Universidad de Quinnipiac encargó para todo el territorio nacional, un 21% de los votantes dijo que una condena los haría menos propensos a apoyar a Trump, y un 62% dijo que no cambiaría nada.
Cada voto cuenta. En 2016, Trump ganó la presidencia por menos de 78.000 votos en tres estados: Michigan, Pensilvania y Wisconsin. En 2020, Biden ganó la presidencia por menos de 45.000 votos, también en tres estados: Arizona, Georgia y Wisconsin.
Con esos márgenes todos los temas son relevantes, desde el veredicto de culpabilidad de Trump hasta la situación en Gaza, pasando por la inflación y por el mal tiempo que pueda hacer el día de las elecciones.
Eso es lo que claramente piensa la clase política. Frente al edificio del tribunal de Nueva York estuvieron desfilando republicanos deseosos de mostrar su lealtad a Trump, entre ellos el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson. La mayoría vestía el uniforme Trump: camisa blanca y corbata rojo carmesí.
Esta semana le tocó al equipo de campaña de Biden, que mandó a Robert De Niro, un actor conocido por sus papeles de gángster, a decir por fuera del tribunal que Trump era el mayor gángster de todos. En un momento muy neoyorquino, De Niro hasta se enzarzó en una pelea verbal con simpatizantes de Trump.
Es posible que la batalla en tribunales de los equipos jurídicos haya terminado ya. Prepárense ahora para la guerra total en la batalla de los tribunales de la opinión pública.
Trump, que últimamente ha tentado a la suerte haciendo muchas referencias a Al Capone y a Hannibal Lecter, salió el jueves del tribunal con el ceño fruncido para declarar, como no podía ser de otra manera, que había sido “un juicio amañado, una vergüenza”.
Su equipo de campaña trabajará ahora sin descanso para desacreditar lo que consideran un lawfare [golpe judicial] diciendo que Biden y sus compinches pusieron al sistema judicial en contra de Trump.
“Acabo de ser condenado en un juicio amañado por una cacería de brujas con motivos políticos: NO HICE NADA MALO”, decía un correo electrónico de recaudación de fondos enviado por su equipo inmediatamente después del veredicto. En el título del mensaje, las palabras “Preso político”.
Para su alegato victimista, Trump cuenta con unos aliados formidables en los medios de derechas. Llevan semanas condicionando a sus espectadores para este día. “En Estados Unidos hemos caído por un precipicio”, dijo en la cadena Fox News la juez Jeanine Pirro.
Todo esto era fácil de prever. No es ningún secreto que millones de votantes de Trump se descolgaron hace tiempo y que el veredicto no los cambiará. O tal vez sirva para que redoblen su fe en él. La cuestión verdaderamente clave es cómo gestionará este veredicto su adversario electoral.
Biden se ha mantenido lejos del tema del juicio en Nueva York para que no lo acusaran de injerencias políticas. Pero ahora que se ha llegado a un veredicto que podría desincentivar la opción Trump para los votantes independientes, ¿qué dirá Biden a la nación?
El tono que emplee el presidente es crucial. También tendrá que decidir la intensidad y frecuencia con las que sacar el tema de la condena penal de Trump en los debates cara a cara y durante la campaña electoral. Su rival acaba de poner en sus manos el arma de campaña soñada para cualquier candidato. Ahora Biden tiene que saber usarla con precisión.
Traducción de Francisco de Zárate