El primer ministro ha confirmado que tramitará el presupuesto de la Seguridad Social sin voto parlamentario, así que la izquierda presentará una moción de censura y, si suma los votos de la ultraderecha, el Ejecutivo caerá
Macron y su dependencia de Le Pen: Barnier afronta unas semanas decisivas
El primer ministro francés, Michel Barnier, ha situado a su Gobierno minoritario al borde del abismo. Su Ejecutivo tiene las horas contadas tras confirmar que sacará adelante sin voto parlamentario (vía decreto) los presupuestos de la Seguridad Social para 2025.
La izquierda de La Francia Insumisa anunció enseguida que su intención de presentar esa moción, lo que coloca al Gobierno de Barnier a la merced de los 140 diputados de la extrema derecha de Marine Le Pen, que ha anunciado que la apoyará. Será debatida con toda probabilidad el próximo miércoles en la Asamblea Nacional. “Le presenté nuestras líneas rojas y no ha querido aceptarlas. No podemos aceptar estos presupuestos profundamente injustos porque hacen pagar a los franceses la incompetencia de (el presidente Emmanuel) Macron”, ha dicho Le Pen tras anunciarse la moción.
La extrema derecha presentará su propia moción de censura, pero, según Le Pen, están dispuestos también a votar la que anunció la izquierda. Con esa posición, todo parece indicar que al Ejecutivo de Barnier le quedan pocos días de vida. Le Pen lo ha dado por hecho: “Se aplicarán los presupuestos del año pasado, habrá un nuevo primer ministro y adoptará un nuevo presupuesto”.
Barnier lleva días negociando con la extrema derechaBarnier se ha dirigido a la cámara baja con un tono solemne para anunciar la adopción del presupuesto de la Seguridad Social sin voto parlamentario y ha apelado a la responsabilidad de los grupos políticos “en un momento clave”. “El país atraviesa graves problemas que exige afrontar ciertas obligaciones (...) Los franceses no nos perdonarían que optáramos por los intereses particulares por encima de los de la nación”, ha dicho el jefe del Gobierno. Barnier aseguró que los diputados “deben decidir si Francia se dota de un texto financiero responsable y útil para los ciudadanos o si entra en un terreno desconocido”.
El primer ministro lleva días negociando con la extrema derecha de Le Pen, a quien ha hecho diversas concesiones para intentar obtener su apoyo. Barnier cedió en tres de las cuatro “líneas rojas” dibujadas por la líder ultraderechista: eliminó un impuesto sobre la electricidad, recortó la ayuda médica a los inmigrantes ilegales y renunció a dejar de subvencionar diversos medicamentos.
Pero se negó a aplicar la última, la de retrasar medio año la subida de las pensiones para contrarrestar la inflación, la última petición que, minutos antes del debate parlamentario, exigía Le Pen. Para entonces, Barnier ya había tomado su decisión de avanzar sin voto parlamentario, aunque eso coloque a su Gobierno a la merced de una moción de censura.
Barnier cuenta solo con 211 diputados en una Asamblea de 577, lo que convierte en casi segura su destitución en la moción, que en Francia no son constructivas, sino que simplemente tumban al Gobierno. De esta forma, Barnier, el exnegociador de la UE para el brexit, nombrado el pasado 5 de septiembre, puede convertirse en el primer ministro más breve de Francia tras la II Guerra Mundial. Además, puede ser el segundo en ser destituido en una moción de censura después de Georges Pompidou en 1962.