China ha retirado las sanciones que impuso en 2021 a varios eurodiputados y a la comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo. La decisión se produce en pleno acercamiento de la Unión Europea al gigante asiático ante el desafío que a ambas potencias les supone la guerra comercial desatada por Donald Trump.

“Como Presidenta mi responsabilidad es garantizar que todos los diputados de esta Cámara puedan ejercer su mandato libremente, sin restricciones”, dijo la maltesa Robera Metsola la semana pasada, cuando anunció el levantamiento acordado con China: “Nuestras comisiones parlamentarias deben poder debatir los intereses europeos con sus homólogos chinos sin temor a repercusiones. Nuestra relación con China sigue siendo compleja y polifacética. La mejor manera de abordarla es a través del compromiso y el diálogo”.

Pekín ha confirmado este martes esa decisión, que afectaba a las relaciones con el Parlamento Europeo desde 2021. “Tras consultas, China y el Parlamento Europeo han decidido levantar de forma simultánea y completa las restricciones sobre los intercambios mutuos”, afirmó hoy el portavoz del Ministerio de Exteriores Lin Jian durante una rueda de prensa en Pekín.

Sin embargo, desde la Eurocámara rechazan que haya contrapartidas por ese movimiento. “El levantamiento de las sanciones no implica ningún cambio en nuestras posiciones respecto a China. Se trata de que los chinos levanten las sanciones, no de que el Parlamento Europeo cambie nada”, señalan desde el servicio de prensa.

Las relaciones entre los órganos legislativos de Bruselas y China estaban limitados debido a esas sanciones, que suponían la prohibición de la entrada a esos eurodiputados en territorio chino.

“Confiamos en que, con la reanudación plena de los intercambios legislativos, ambas partes profundicen su comunicación y comprensión mutua”, aseguró el portavoz chino.

La decisión de China, que se ha producido tras una “intensa” negociación por parte de la presidenta Metsola, se produce en un momento en el que ese país y la UE están intensificando su relación, que es complicada. La UE define al gigante asiático como un “socio, competidor y rival sistémico” y, con base en esa contradictoria calificación, calibra sus lazos.

En los últimos tiempos, las relaciones sufrieron una escalada de la tensión sobre todo por los aranceles al coche eléctrico de fabricación china, cuyos subsidios suponían una competencia desleal con el mercado comunitario, y la reacción de Pekín contra productos como la carne de cerdo –vital en el caso de las exportaciones de España–, los lácteos o el brandy, que golpeaba especialmente a Francia.

En pleno desafío de Trump, el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, viajó a Pekín para “fomentar una relación comercial más equilibrada y cooperativa” y sobre todo resolver los contenciosos comerciales. También el Gobierno francés intensificó los contactos, con un viaje del ministro de Exteriores y Pedro Sánchez viajó por tercera vez a Pekín, donde defendió el “potencia de crecimiento” entre los dos países y definió a China como un “socio de la UE”.

Los contactos han ido dando frutos. La UE y China estudian la posibilidad de imponer precios mínimos a los vehículos eléctricos que se fabrican en el gigante asiático como alternativa a los aranceles. El Gobierno de Xi Xinping tiene especial interés en impulsar las alianzas con el Viejo Continente ante el desafío de Trump, que le ha golpeado con especial beligerancia.

Y de ahí el gesto con el Parlamento Europeo, que se produce dos meses antes de la celebración de una cumbre de máximo nivel en Pekín con la presencia de Ursula von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, António Costa.