El embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, aseguró este viernes que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha ordenado introducir ayuda en la Franja de Gaza lo antes posible mediante un plan que Israel “apoya”, pero en el que solo tendría un papel de vigilancia, aunque según su descripción es similar al último propuesto por Israel que la ONU rechaza por no respetar los principios humanitarios.

El embajador ha insistido en que Israel, que ejerce un bloqueo absoluto de la Franja, es favorable a la iniciativa, pero ha detallado que ni su personal ni sus tropas participarán en la entrega de la ayuda, en la que participarán actores privados que no reveló. El ejército israelí solo garantizaría “el perimetro” de los puntos de distribución, según ha dicho, mientras que la seguridad del reparto la mantendrían fuerzas de seguridad privadas.

“El presidente Trump ha dicho claramente que una de las cosas más urgentes que deben ocurrir es que entre ayuda humanitaria en Gaza”, dijo el embajador durante una rueda de prensa en Jerusalén.

Trump ha ordenado a su equipo que haga “todo lo posible por acelerar” el proceso, y ha insistido en que la iniciativa tratará de evitar que Hamás se haga con los productos, pues, según ha dicho, en repartos anteriores ha “robado” la comida para venderla en el mercado negro y comprar armas.

Huckabee, fundamentalista cristiano que en su trayectoria política ha estado siempre alineado con posturas israelíes maximalistas, ha explicado que el reparto no está condicionado a ningún alto el fuego y ha invitado a la ONU y otros países a sumarse a la actuación. “El mayor peligro es que la gente muera de hambre”, ha dicho ahora.

Aunque por las palabras de Huckabee el plan anunciado no sería exactamente el mismo que manejaba a principios de la semana el Gobierno israelí en cuanto a los actores implicados, los detalles que ha dado al respecto son semejantes. En un comunicado publicado el domingo, todas las agencias de Naciones Unidas y las ONG que operan en Palestina habían denunciado que “contraviene principios humanitarios fundamentales y parece diseñado para reforzar el control sobre los artículos esenciales como táctica de presión, como parte de una estrategia militar. Es peligroso, ya que obliga a la población civil a desplazarse a zonas militarizadas para recoger raciones, lo que pone en peligro la vida, incluso de los trabajadores humanitarios, a la vez que afianza aún más el desplazamiento forzado”.