El conservador Kais Said ha ganado en segunda vuelta los comicios presidenciales de este domingo con el 72,71% de los votos frente a su rival, el magnate Nabil Karoui, que consiguió un 27,29% de los apoyos, según ha anunciado la Instancia Superior Independiente de las Elecciones (ISIE) tras el recuento electoral.
Más de 2,7 millones de tunecinos votaron a Said, profesor universitario de 61 años especializado en Derecho Constitucional, que se presentó sin apoyo de un partido ni experiencia política previa. Conocido como "Mister Limpio" por quienes lo defienden y calificado de "Robocop" por sus detractores, el jurista recibió un amplio apoyo de la mayoría de los partidos y personalidades políticas.
Sin embargo, debe especialmente su éxito a las nuevas generaciones -conforme a las estadísticas, el 90% de los jóvenes entre 18 y 25 años optó por él-, a quienes hizo un homenaje en su primer discurso tras conocerse los sondeos, en el que aseguró que "los jóvenes han abierto una nueva página de la historia".
El pasado domingo, a falta de los resultados definitivos, cerca de 6.000 personas acudieron a la céntrica avenida Habib Bourgiba de la capital para celebrar su victoria, poco después del cierre de los colegios electorales.
En sus primeras palabras tras ser elegido, Said apeló al legado de las revueltas de 2011 que derrocaron la dictadura de Zinedin el Abedin Ben Alí, y aseguró que su aplastante victoria supone una segunda "revolución en el marco de la Constitución".
Los comicios, previstos inicialmente para el mes de noviembre, fueron anticipados tras la repentina muerte del mandatario Béji Caid Essebsi, el 25 de julio a los 92 años. Según la Constitución, el presidente interino, Mohamed Ennaceur, disponía de un máximo de 90 días para convocar elecciones, es decir, hasta el próximo 25 de octubre. Tras la cita electoral de este domingo, se ha abierto una semana de plazo para presentar recursos ante el tribunal administrativo.
Triunfo conservador y campaña atípicaCon la llegada al poder de Kais Said, la presidencia, la jefatura del Gobierno, el Parlamento y la mayoría de las alcaldías quedan en manos de la corriente conservadora religiosa.
Said, proteccionista en lo económico y ultraconservador en lo moral, está a favor de recuperar la pena de muerte -objeto de una moratoria desde el triunfo de la revolución-, considera que la homosexualidad es un patrón introducido por extranjeros para desestabilizar la sociedad tunecina, y muestra dudas sobre la ley de igualdad de herencia, que pretende equiparar los derechos entre hombres y mujeres.
La del domingo fue la tercera consulta en apenas un mes, y la participación alcanzó cerca del 58%, 17 puntos más que en la primera vuelta del pasado 15 de septiembre, en la que participaron 26 candidatos y que lideró el jurista con un 18% de los apoyos, seguido de Karoui (un 15%). En las elecciones legislativas celebradas el 6 de octubre, el partido islamista Ennahda se convirtió en la formación más votada y consiguió 52 de los 217 escaños del Parlamento.
Los candidatos participaron apenas durante 48 horas en una campaña electoral atípica y casi inexistente, tras la liberación de Karoui por parte de la justicia tunecina. El magnate estuvo en prisión provisional durante un mes y medio acusado de blanqueo de dinero y evasión fiscal,por lo que su adversario anunció que no llevaría a cabo ningún acto oficial "por respeto a la igualdad de condiciones".
No fue hasta el pasado viernes cuando ambos se enfrentaron por primera vez en un inédito debate televisado en hora de máxima audiencia, seguido por 6,4 millones de espectadores. Said se presentó como un "unificador" y "el ejecutor" de las reivindicaciones de la revolución de 2011, mientras que Karoui centró su discurso en la lucha contra la pobreza y la revolución tecnológica aprovechando su experiencia como presidente de la asociación "Khalil Tounes" y de la televisión Nessma TV, la más vista del país.
La derrota deja al populista y controvertido Karoui en una difícil tesitura, tras perder la presidencia, con su partido sin opciones de entrar en un posible gobierno de coalición y con la justicia aún pendiente de su caso y el de su hermano.