"Estamos convencidos, quiero decirles que en estas elecciones nuevamente vamos a dar paliza a los vende patrias, a los neoliberales". Vestido de azul, con un collar de flores y entre aplausos de miles de seguidores en una de las principales avenidas de la ciudad de El Alto, próxima a La Paz, Evo Morales cerraba con estas palabras sus actos de campaña electoral. Este domingo, más de siete millones de personas están llamadas a las urnas para elegir al presidente y el vicepresidente de Bolivia, también a senadores y diputados, en unas de las elecciones más reñidas de los últimos 15 años.
Morales, que busca su tercera reelección en estos comicios, se perfila como ganador en las encuestas de intención de voto, obligatorio en Bolivia. Sin embargo, los sondeos pronostican una victoria más ajustada que las cosechadas por el mandatario boliviano en las últimas tres elecciones presidenciales –2005, 2009 y 2014–.
Del margen de votos obtenido dependerá que tenga que medirse en segunda vuelta o no con la segunda candidatura más votada, una posición que los sondeos otorgan al expresidente Carlos Mesa. Sería la primera vez en la historia del país que se da este escenario, ya que esta modalidad fue introducida en la Constitución promulgada por Morales en 2009. Esta establece que para ganar las elecciones en primera vuelta se deberá obtener "el 50% más uno de los votos válidos" o "un mínimo del 40% de los votos válidos, con una diferencia de al menos 10% ciento en relación" con la segunda candidatura más respaldada en las urnas.
De acuerdo con la última encuesta publicada por los medios locales el pasado domingo, elaborada por Ipsos, Morales –candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS)– cosecha el 40% de apoyo con una ventaja amplia sobre Carlos Mesa, de la alianza Comunidad Ciudadana (CC), que obtiene el 22% en intención de voto. Les sigue Óscar Ortiz, senador conservador de la alianza Bolivia Dice No (10%), y el pastor presbiteriano ultraconservador Chi Hyun Chung, del Partido Demócrata Cristiano, con el 6%.
Para Mario Torrico, politólogo boliviano e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en México, considera que, a pesar de que varios sondeos apuntan a una posible segunda vuelta, lo más probable es que Morales sea reelegido este domingo. "Lo creo porque normalmente las encuestas no penetran bien en el área rural y Bolivia tiene un electorado rural muy importante. Alrededor del 40% del padrón electoral está en el campo. Es el país latinoamericano con mayor voto rural. Y este voto es predominantemente para Evo Morales", indica. "Además, hay una gran cantidad de blancos y nulos en las encuestas y la regla de la segunda vuelta solo es contando los votos efectivos, lo que también le favorece".
A favor del mandatario, sostiene el analista boliviano, juega la bonanza económica del país durante su mandato o logros como la disminución de los niveles de pobreza y desigualdad. Según datos del Banco Mundial, la pobreza cayó de 39% en 2014 a 35% en 2018, y el índice Gini fluctúa cerca de 0,47 desde 2011.
"Bolivia es el país con mayor crecimiento de Sudamérica en los últimos 15 años. El único país de América Latina en el que la moneda no se ha devaluado respecto al dólar, donde la inflación está muy controlada. Todo ello ha permitido una reducción inédita de la pobreza extrema y también de la desigualdad en Bolivia. Estos logros económicos son el principal activo del Gobierno en esta campaña, y lo que más está utilizando", explica Torrico.
"Hay una buena cantidad de gente que valora la estabilidad económica, sobre todo si uno piensa en que dos vecinos muy grandes e importantes como Brasil y Argentina llevan varios años en dificultades económicas. Es una de las explicaciones de por qué a pesar de llevar más de una década en el poder y haber tomado la decisión controvertida de postularse otra vez, aún tiene una gran cantidad de voto y aceptación en la ciudadanía", prosigue el politólogo.
Torrico se refiere a la decisión de Morales de presentarse de nuevo a los comicios presidenciales tras el referéndum de 2016, en el que un 51% de los votantes se pronunció en contra de la enmienda constitucional que abría la puerta a un cuarto mandato del primer presidente indígena del país –la Constitución estipula que un presidente solo puede estar en el poder dos mandatos consecutivos–.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional le permitió en 2017 volverse a presentar invocando sus derechos políticos, una decisión muy criticada por la oposición. En entrevista con la cadena alemana Deutsche Welle, Morales ha asegurado que si gana estas elecciones, será su último periodo al frente de la Presidencia.
El sindicalista cocalero de origen aymara ha recibido también críticas desde sectores ecologistas e indígenas. Las últimas, a raíz de los devastadores incendios que han devorado casi cuatro millones de hectáreas en la Chiquitanía boliviana, una zona de transición entre el Chaco y la Amazonía, que han detonado protestas en el país. "Su modelo económico, a pesar de que ha permitido crecimiento y reducción de la pobreza, no es amigable con la naturaleza, es extractivista, altamente dependiente de la extracción de gas natural y de productos agrícolas -sobre todo exportación de oleaginosas- y eso entra en contradicción con su discurso de defensa de la pachamama, la madre tierra", afirma Torrico.
En plenos incendios forestales, organizaciones como Amnistía Internacional han reclamado a Morales que suspenda el decreto que firmó en julio autorizando "quemas controladas" para ampliar la frontera agrícola en los departamentos de Santa Cruz y Beni, cercanos a la cuenca amazónica.
"Los incendios han sido inéditos, por su magnitud, en la historia boliviana, lo que ha generado una indignación nacional y ataques muy fuertes de la oposición. El modelo ha alejado al presidente de la dirigencia indígena, porque el extractivismo exige la penetración de empresas petroleras, apertura de caminos en territorios protegidos, y los indígenas se han quejado sistemáticamente de que su derecho a consulta ha sido violado", sostiene Torrico. "Morales está enfrentado con muchos pueblos indígenas pero está cercano a su base que son los cocaleros y los campesinos, que hablan quechua y aymara como los indígenas, pero producen para el mercado", agrega.
Otro de los asuntos que han erosionado la imagen del Gobierno de Evo Morales es la corrupción, con el escándalo que sacudió al extinto Fondo Indígena –que financiaba proyectos de los pueblos originarios– como el caso más destacado. Dos ministras de Desarrollo Rural están siendo investigadas por la Justicia.
La corrupción ha sido uno de los ejes de la campaña del principal rival de Morales en las elecciones, Carlos Mesa, en campaña electoral. Periodista e historiador de profesión, como vicepresidente, tomó el mando del Gobierno en 2003 tras la renuncia y la huida a Estados Unidos de Gonzalo Sánchez de Lozada –después de semanas de protestas y una represión que acabó con la muerte de más de 60 personas– . Sin embargo, dimitió poco tiempo después, en 2005, acorralado por las manifestaciones. Las siguientes elecciones dieron como ganador, por primera vez, a Evo Morales.
Para Torrico, el escenario que beneficiaría a Mesa sería una segunda vuelta, que se celebraría a mediados de diciembre. "Tiene a su favor una imagen muy favorable entre los sectores de clase media y alta y urbana. Es valorado como intelectual e historiador a pesar de que su participación en el Gobierno de Sánchez de Lozada afectó a su imagen. Pero no tiene mucho más elementos a su favor, pese a ser candidato opositor mejor posicionado. También tiene la imagen de tener un carácter débil, porque cuando se hizo cargo de la presidencia renunció", opina.
Por otro lado, en las últimas semanas, los medios de comunicación bolivianos han publicado que la empresa de Mesa recibió pagos presuntamente del partido de Lozada para que fuera candidato a la vicepresidencia en 2002, un caso que ya investiga la Fiscalía.
A juicio de Torrico, otra de las debilidades de Mesa es que "no ha logrado unir" a la oposición. "Buena parte no lo considera lo suficientemente opositor a Evo Morales y eso le resta puntos, porque se va a la derecha con Óscar Ortiz o Chi Hyun Chung. Mesa es un candidato de centro, no lo consideraría de derechas, ha dicho que no tocaría el modelo económico boliviano o los bonos sociales que inauguró Morales", zanja el politólogo.