Hans Wilhelm Langsdorff pasó a la historia militar por tomar una difícil decisión. El 17 de diciembre de 1939, hace 80 años, voló el acorazado alemán Admiral Graf Spee, que quedó hundido frente a Montevideo, y se convirtió en héroe para los británicos pero no fue "bien visto" por sus compatriotas.
"Durante el Tercer Reich el hecho de que un capitán no se haya hundido con su buque y no haya peleado hasta que su buque se hundiera no fue bien visto de ninguna manera", explica a Efe una de sus hijas, Inge Nedden, durante una entrevista en Montevideo.
Esta alemana nacida en 1937, dos años antes de la Batalla del Río de la Plata y del triste final de su padre, quien se suicidó en Buenos Aires el 20 de diciembre de 1939, ha visitado Uruguay, al igual que otros familiares de combatientes británicos y alemanes para conmemorar los 80 años de aquel episodio bélico.
"El hecho de que se perdiera el barco, que era una maravilla tecnológica sin haberse producido (en la batalla) mayores daños a la escuadra inglesa fue visto en Alemania desde el punto de vista negativo", declara Nedden, quien agrega que el proceder de su padre en el Reino Unido "fue visto como un acto caballeresco".
"Aún hoy se considera al capitán Langsdorff como un caballero de los mares", insiste Nedden.
Desde el lado británico parece confirmarse esta idea, como relata Jonathan Harwood, nieto del comodoro Henry Harwood, quien estaba al mando de la flota británica que derrotó el 13 de diciembre de 1939 al Graf Spee frente a las costas de Punta del Este (sureste de Uruguay) en el único episodio de la Segunda Guerra Mundial ocurrido en Suramérica.
"(Langsdorff) Tomó la muy valiente decisión de hundir su propio barco para que los británicos no tomaran el barco ni descubrir sus secretos y conservó ese secreto muy bien", indica a Efe Harwood, que aunque no conoció a su abuelo paterno -porque murió en 1950, doce años antes de que él naciera- demuestra saber hasta el más mínimo detalle de aquellos días.
"Hasta que el barco dejó el puerto el 17 de diciembre mi abuelo pensaba que había una 'chance' de 50-50 de que hubiera una batalla y creo que a todos les tomó por sorpresa cuando el Graf Spee se explotó a sí mismo", apunta.
En su opinión, Langsdorff se vio presionado por el Gobierno alemán para "evitar que el barco terminara en manos de otros".
Otro testimonio que habla bien del comandante Langsdorff es el de Ingrid Jahn, hija de Hans Jahn, uno de los supervivientes del Graf Spee, quien, tras su desembarco como herido y su ingreso en el Hospital Militar en Montevideo, comenzó una vida en Uruguay.
"Él hablaba del capitán muy bien. Dice que era como un padre para todos. Muy humano, gracias a él se salvaron varias vidas. Tenían una muy buena relación con el capitán", explica Jahn, quien recuerda que su padre le explica que "fue muy terrible todo lo que vivió".
"Él fue herido pero no tan grave como otros. Vio que uno perdió una pierna y se desangró delante de él, otro que se cayó al mar, que llamaban por la mamá... Eran todos muchachos de 19 o 20 años, es lógico, ¿no?", detalla.
Una carta al entonces embajador alemán en Buenos Aires, Edmund von Thermann, sirvió para evidenciar lo que pensaba Langsdorff: "Para un comandante que tiene sentido del honor, se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío".
Con este mensaje explicaba por qué, tres días después del hundimiento del Graf Spee, se quitaba la vida en la capital argentina de un disparo en la cabeza y envuelto en la bandera de la 'Kriegsmarine' (Marina de guerra alemana).
Nedden cuenta que supo de los hechos mucho más tarde: "Mi madre me contó de los tiempos felices de antes de la guerra, de todas las cosas buenas de la familia y recién me enteré de muchos detalles vinculados con el tema del Graf Spee mucho tiempo después".
Sin embargo, esta alemana de 82 años acota que, al margen del papel de su padre en ella, siempre estuvo interesada en la historia y, añade que si bien para Alemania la Segunda Guerra Mundial se ocultó durante años, hoy ya es asunto de debate público.
"Después de la guerra pasaron décadas para que el tema volviera a tratarse. Al principio se negaba, se callaba y era tabú. A partir de 20 o 30 años después volvió el tema a la opinión pública", expresa.
Nedden estima que, con el hecho "extraordinario" de evacuar a la tripulación para luego hundir el buque, Langsdorff salvó 1.000 vidas. No obstante, eso le costó luego la suya y su reputación en el país germano quedó manchada durante bastante tiempo.
Concepción M. Moreno y Alejandro Prieto