En las atestadas e insalubres celdas de las cárceles de mujeres de Tailandia, país con el mayor ratio de féminas en prisión del mundo, el pintalabios se ha erigido como un símbolo de dignidad para las presas.

"El pintalabios ayuda mucho (a las presas) a mejorar su estado mental (...) les hace sentirse vivas", asegura a Efe Watinee Chaithairasakul, cofundadora del proyecto "Belleza entre rejas" iniciado hace tres años junto a una antigua prisionera política.

En 2017, durante una feria de libros Watinee, de 47 años, conoció a Prontip Mankhong, quien acababa de salir de prisión tras cumplir una condena de dos años y medio de prisión por ofensas contra la Casa Real, y comenzaron a concebir una manera de mejorar la vida de las reas.

TAILANDIA, EL PAÍS CON MÁS MUJERES ENCARCELADAS

Tailandia cuenta con un población carcelaria de más de 47.250 mujeres o 71,1 mujeres cada 100.000 habitantes -la tasa de encarcelamiento de mujeres más alta del mundo-, en centros masificados y donde abundan los piojos y las enfermedades.

Pequeños mercados de abastos dentro de los recintos penitenciarios permite acceder a bienes del exterior por un importe superior al normal, pero donde frecuentemente están ausentes los accesorios de belleza -disponibles solo en el mercado negro y a precio de lujo-.

Después de descartar otros materiales, ambas coincidieron en enviar pintalabios a prisión: un maquillaje accesible, fácil de reciclar y que también puede ser utilizado como colorete.

"El pintalabios es un símbolo de lucha y dignidad para la mujer (...) Cuando (las presas) empiezan a maquillarse y se miran al espejo, se siente vivas. También sirve para iniciar conversaciones sencillas con los familiares que las visitan", asegura Watinee, que afirmar además ayuda a disminuir las peleas entre las reclusas, el 80 % de ellas condenadas por delitos de drogas.

DONACIONES A TRAVÉS DE LAS REDES SOCIALES

Una vez al año, Watinee, escritora del blog de belleza y estilo de vida "Siswalk Sistalk", solicita en las redes sociales la donación de pintalabios usados, que serán esterilizados y reciclados para enviarlos a las cárceles.

Tras cortar los extremos de la barra, dividen el material conforme a las diferentes tonalidades y las funden en un puchero "como si fuera chocolate".

"Los colores pálidos son los más demandados por las presas, aunque las más jóvenes también les gusta los rosados", asegura Watinee, mientras amasa con una pala pastelera el espeso líquido en un improvisado laboratorio en su casa de Bangkok.

La pasta que se forma durante el proceso es colocada en pequeños tarros de plástico transparentes, para que los guardias puedan examinar que no intentan introducir otros materiales en el recinto, y enviadas a las cárceles a lo largo del país.

"A través de este proyecto además enviamos un mensaje a la sociedad para promover los derechos humanos y ayudar a que la gente se de cuenta que las presas también tienen sus derechos (...) entre ellos el derecho a la belleza", remarca la tailandesa.

El proyecto amplió en 2018 el envío de productos a jabones y geles de ducha y cepillo de dientes.

UN CAMBIO EN LAS PRISIONES

Algunos correccionales, sin embargo, rechazan la donación de maquillaje "sin aportar una razón" convincente y ante la ausencia de regulaciones o normas que prohíban el uso de material de belleza.

Aunque en otras prisiones sí han logrado terminar con el mercado negro -que multiplicaba por diez el precio de un pintalabios- y han ayudado a promover un cambio en la actitud de los funcionarios de prisiones.

La directora del módulo de mujeres de la prisión Klong Prem, en Bangkok, por ejemplo accedió en 2018 a poner a la venta pintalabios en los mercados del penal, asegura Watinee.

Noel Caballero