El Consejo de Seguridad de la ONU está sufriendo para adaptarse a la situación sin precedentes que plantea el COVID-19, a sus consecuencias políticas y, sobre todo, al teletrabajo que requieren las medidas para contener el virus.
El Consejo, que es el máximo órgano de decisión de Naciones Unidas y el encargado de proteger la paz y seguridad en todo el mundo, lleva sin reunirse oficialmente desde el pasado 12 de marzo.
Habitualmente, los quince Estados miembros celebran numerosas reuniones cada semana, muchos días con sesiones de mañana y tarde para abordar distintas crisis y conflictos armados.
La parálisis actual responde, en buena medida, a que el Consejo de Seguridad no estaba preparado en absoluto para trabajar de manera remota, lejos del solemne salón donde opera normalmente.
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