Suena el teléfono. Olena Bovt mira la pantalla y lee el nombre de su marido. Llama desde Bajmut, el punto más peligroso del frente de la guerra de Ucrania, pero la mujer contesta tranquila: “¿Cómo te sientes?”. Sonríe cuando el padre de sus hijos, soldado voluntario, se queja de un catarro y exagera su malestar en busca de cariño, una actitud que contrasta con los distintos momentos en que el militar ha resultado herido en la contienda y resta importancia a sus lesiones.