Una cosa era la exclusión en el espacio aéreo ucraniano, que suponía la entrada de la OTAN en el conflicto, y otra el envío de cazas que los aliados, por su cuenta, puedan hacer a Volodímir Zelenski. Así ha justificado el secretario general, Jens Stoltenberg, la posibilidad del envío de aviones de combate a Ucrania, que ha dejado de ser un tabú, aunque aún existen reticencias a dar ese paso, que puede interpretarse como una escalada frente a Rusia.