No habían pasado ni 48 horas desde que el laborista Keir Starmer ganara con mayoría absoluta las elecciones del 4 de julio en Reino Unido que ya tenía clara su primera medida: “El plan de Ruanda estaba muerto y enterrado antes de comenzar”, afirmó, haciendo referencia al polémico Acuerdo de Asociación sobre Migración y Desarrollo Económico, por el cual el Gobierno británico buscaba enviar a solicitantes de asilo a Ruanda –aunque no procedieran de este país– y que ha sido un fiasco para su predecesor, el conservador Rishi Sunak.