Juan Luis Ávila recuerda las mañanas de escarcha y los suelos helados los meses de diciembre y enero de su niñez y unos periodos estivales agradables que se intercalaban con otros más calurosos. “Ahora llevamos unos años en los que lo máximo que escarcha son dos o tres veces cada invierno y los veranos son mortales”, explica el responsable del sector del olivar de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). “Los que estamos a pie de campo, estamos a pie de campo.