El próximo sábado se espera que un millar de personas se reúnan en una esquina de Trafalgar Square a pocos pasos de la estatua de Carlos I, el rey ejecutado en 1649 después de enfrentarse al Parlamento y ser condenado por “tirano, traidor, asesino y enemigo del pueblo”. Su muerte dio lugar a la única y turbulenta república del país, entre 1649 y 1660.
Quienes acudan a ese rincón de Londres están llamados a protestar por varios movimientos republicanos, que tratan de ganar adeptos aprovechando la relativa impopularidad del nuevo monarca y la indignación por el gasto de la coronación a cargo del contribuyente mientras el país está marcado por una crisis económica que ha recortado servicios públicos y ha empobrecido a la mayoría de los ciudadanos.