En 2002 un medio iraní publicó que había cerca de 85.000 prostitutas solo en Teherán. En las esquinas y barrios de las principales ciudades de un país dominado por la moral y la religión había mujeres que sobrevivían vendiendo su cuerpo. Aunque la prostitución sea ilegal en el país, Irán sigue siendo lugar de peregrinaje sexual. De hecho, los iraquís acuden al país vecino buscando prostitutas, algo que en 2018 el ayatolá Sadeq Amoli Larijani prohibió que se publicara en los medios iranís mediante un fallo judicial que les amenazaba con penas de cárcel.