La obra de Claude Monet es incomprensible sin su jardín acuático de Giverny, en Normandía. El maestro impresionista quedó tan fascinado por la cultura japonesa que decidió construir un pedazo del país asiático en su propia casa. Grabados, el famoso puente arqueado sobre un estanque de nenúfares y una gran colección con más de 200 estampas son solo algunas muestras de ello. Se fijó en varios artistas nipones, pero de entre todos ellos sobresale uno que, hoy en día, aparece escrito con letras capitulares en los libros de historia: Katsushika Hokusai (1760 – 1849).
La influencia del considerado como el artista nipón más reconocido del mundo llega hasta nuestros días de diferentes formas.