Miguel Delibes lo denunció en 1979 y Juan Marsé en 2005, pero todos los años salta la liebre de una forma u otra y el Premio Planeta contribuye a los rumores con su fallo: los ganadores del certamen más goloso de este país están pactados, no se presentan bajo seudónimo y dependen más de un criterio comercial que de uno artístico, que dirían las malas lenguas.
Todavía hay miembros del jurado y gerentes del grupo editorial, como Jesús Badenes, que se afanan en defender la honestidad de su palmarés. Dicen que incluso una vez se premió a un autor muerto (a Jesús Zárate en 1972).