La primera regla del club de la lucha es que nadie habla del club de la lucha, aunque parezca que a Chuck Palahniuk no le han dejado hacer otra cosa en los últimos veinte años. Es incapaz de negar que si no fuera por la película de David Fincher su carrera no habría despegado. También ha visto en primer plano cómo el pensamiento de Tyler Durden impulsaba movimientos misóginos en EE.UU. Cómo su obra dejaba, pues, de pertenecerle.
A mediados de la pasada década afirmó que El club de la lucha 2, publicada como novela gráfica, respondía a un intento de sobreponerse a esta “muerte del autor” que declarara Roland Barthes.
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