Ni siquiera el aire fresco que corría en San Sebastián la mañana del sábado fue capaz de sofocar la asfixia de los asistentes al Joker. El bullicio que normalmente impera a la salida de cualquier pase del festival se sentía más callado ese mediodía, como si la gente necesitase digerir en silencio lo que acababa de presenciar.
"Brutal", "intensa", "demasiado violenta", "angustiosa", eran las breves críticas que se oían en la puerta del teatro principal. Algunas de ellas se escapaban entre muecas de fascinación o risas nerviosas, como la del protagonista de DC que muchos se llevarán de recuerdo estas próximas noches antes de dormir.
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