La escena musical de principios de los años setenta vibró con los New York Dolls. Su electricidad vino a transformar el sonido de una época que empezaba a cansarse del rock progresivo y de los punteos infinitos.
Malcom McLaren utilizó al grupo como fogueo, como ensayo de los disparos que vinieron después con los Sex Pistols. Por decirlo de otra manera, los New York Dolls fueron el eslabón perdido entre el glam rock y el punk rock.
Tomaron su nombre del Hospital de Muñecas de Nueva York, un sitio donde iban a parar las muñecas rotas. Salían a escena con pelucas, botas de plataforma y labios pintados, contoneándose al ritmo de un rock tocado a toda velocidad.