Le preguntaron en TVE por qué estaba mal visto decir: “Me gusta Camilo Sesto”, y apenas supo qué responder. Y lo cierto es que escuchábamos, incluso en secreto, sus canciones y todos los amores de nuestra vida tuvieron su momento para dejar que Camilo les dedicara su canto del desamor y la nostalgia. Hoy, en la muerte del músico -a los 72 años-, se constata que somos muchos quienes sentimos que fue importante en nuestras vidas al ponerles una parte de su banda sonora.
No revolucionó la música pero la interpretó magistralmente con una voz perfecta. Y sí se atrevió a afrontar la interpretación de la Ópera Rock, Jesucristo Superstar en una España con el dictador vivo, tan melindroso para estas cosas.
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