“¿Quién de mis numerosos detractores y venenosos adversarios me ha reprochado una sola vez mi vocación por interpretar el papel de los galanes en teatros de segunda categoría? (…) Si esos canallas hubieran tenido valor, habrían representado, de un lado las relaciones de producción y de intercambio; y, del otro, a mí, postrándome a tus pies”. La carta, escrita por Carlos Marx en 1856 a su esposa, suele citarse para mostrar el costado sentimental del creador del materialismo histórico. Pero su lectura aislada puede generar la falsa impresión de que Jenny Marx (en rigor, Johanna Bertha Julie von Westphalen) era una mera “musa” inspiradora; la gran mujer que -dicta la máxima oxidada- “estuvo detrás del gran hombre”.