Hace treinta años, el realizador Spike Lee jugaba un cierto papel de aguafiestas para parte de la ciudadanía y la crítica cinematográfica. Después de despuntar con su primer largometraje profesional, la comedia (¿romántica?) 'Nola Darling', y de la marciana parodia estudiantil 'Aulas turbulentas', fue ratificando su apuesta por un cine fundamentalmente antirracista a través de títulos como 'Haz lo que debas' o 'Malcolm X'. Lee no descartaba de entrada cualquier violencia como algo supuestamente indefendible en cualquier situación, sino que se introducía en mundos conflictivos con una mirada adecuadamente conflictiva y militante.