La de Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1958) es una historia de paradojas. La de alguien que persigue los extremos y reivindica la frontera. Que escribe sobre "la potencia de la vida" a través de la muerte. La de un amante de los animales que encuentra en la caza su mayor inspiración. La de uno de los grandes guionistas del cine de los últimos veinte años que reniega del propio término: "Decir que lo que hacemos es una ‘guía’ es insultante. Es nuestra obra."
El que posiblemente sea el nombre menos familiar para el gran público de la generación de cineastas que han encumbrado al cine mexicano, alcanzó el éxito internacional a través de su asociación creativa con Alejandro González Iñárritu en la trilogía formada por Amores perros, 21 gramos y Babel.