“Lo único que deseaba era estar borracha y enamorada. Si no estaba ni una cosa ni la otra, solo quería poder pagar el alquiler, los cigarrillos y el café, muy simple. Me encantaba la vida de poeta”. Quien habla es Eileen Myles (Cambridge, Massachussets, 1949), por aquel entonces una joven de clase obrera que tras terminar sus estudios se traslada a Nueva York para ser poeta. En plena efervescencia musical, se libera al sexo, las fiestas y las drogas mientras subsiste con empleos precarios.