Algo extraño se mueve en el núcleo más profundo de la coyuntura mundial. Hasta el punto de alterar el pulso entre las potencias industrializadas y de romper la conciliación del análisis de los mercados y de los organismos oficiales. El ejercicio 2023 parece haber emprendido su vuelo con una especie de decoupling interpretativo que suscita todavía más incógnitas sobre el devenir de la economía del planeta.
La fragmentación no es espectacular, pero deja la percepción de que 2023 estará sometido a fuerzas telúricas de primer orden que se unirán a los temblores sísmicos que surgirán desde la esfera geopolítica.
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