La periodista Lucía Pineda vivió 172 días encarcelada en Nicaragua. Los guardias la interrogaban y ella sin miedo les debatía, rezaba con otras presas, hablaba y hablaba hasta que un día la pusieron en régimen aislamiento, donde estaba sola y el custodio no le daba ni la hora.
"Yo tengo que hablar, nosotros estamos acostumbrados a hablar, los periodistas, y el hecho de que me mandaran allí sola y sin nadie, sin compañía y que el custodio no puede hablar, tiene prohibido hasta darme la hora. Era para volverme loca", cuenta a Efe Pineda en una entrevista en Washington.
Ponerla en régimen de aislamiento era un último gesto de "censura total".
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