Tres disparos. Donald Trump se agacha y se oculta detrás del atril. Forma parte de los consejos que reciben los presidentes de EEUU. Ahí están protegidos –cuenta con un blindaje– hasta que los agentes del Servicio Secreto le digan que es seguro salir. El expresidente tiene rastros de sangre en la oreja derecha y en la mejilla. Es obvio que está consciente. Su voz se escucha en el audio: “¡Dejadme coger los zapatos!”. Quizá los haya perdido cuando los policías se han abalanzado sobre él.
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