Javier Milei tiene una pose característica en las fotografías, sean selfies al paso o institucionales. Prefiere un plano picado, con la cámara por encima del rostro, lo que lo fuerza a mirar hacia arriba, mientras aprieta y proyecta los labios. El motivo para esa postura es que no le gusta exhibir la papada.
Esta preocupación estética escaló desde que inauguró su mandato presidencial, el 10 de diciembre. Ese mismo día, cuentas oficiales de redes sociales y las propias del presidente argentino comenzaron a publicar imágenes a todas luces retocadas, en las que no aparece el hombre de 53 años que es sino un modelo de cara afilada y apariencia de 40.