“Les pido disculpas, estoy un poco nerviosa, nunca en mi vida hice esto y lo hago porque estoy muy preocupada. Nací en Suecia, cuando en Argentina había una dictadura. Mi mamá tenía 16 años cuando la secuestraron embarazada de mí y fue a un campo de concentración”. Quien habla en un vagón de la línea A del metro de Buenos Aires es Ana Fernández, nieta de Esther Ballestrino de Careaga, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo. No se trata de una acción coordinada de un grupo de militantes políticos, sino una presentación individual, a viva voz, de una mujer, cartera al hombro, que pasa por una pasajera más.