No falla. Cada vez que una de las plataformas líderes en servicios de streaming altera sus condiciones contractuales, se desencadena un debate público de imprevisibles consecuencias. Pasó hace un año con Netflix tras anunciar el fin de las cuentas compartidas y está pasando ahora con Spotify. La líder en transmisión de música en línea informaba hace pocos días de una subida generalizada en sus cuotas de suscripción, la primera en su historia. El asunto no tardó en propagarse en las redes con especulaciones sobre los motivos detrás de este incremento y posibles alternativas a la plataforma sueca, siendo Tidal la más recomendada de entre sus competidoras.