Valencia, 23 de enero de 1946. Queridos papás, hermanos y sobrinito, punto. Enrique levanta la pluma. Hace frío. Aquí siempre hace frío los días de invierno. La humedad, las corrientes de aire, el hambre que todo lo malo acentúa. Y ese refrán: San Miguel de los Reyes, patio de las tres palmeras, donde se mueren los hombres de sentimiento y de pena. Él no. Todavía no muere de pena. De momento pasa los días encerrado en una cárcel hecha entera de piedra. Recluido tras unos muros de cuatro siglos a los que cerca una huerta parduzca y cubre un inmenso azul, un cielo alto moteado de aves libres en su migración.