De Castilla y León a Catalunya, pasando por Aragón, la estación otoñal compite en belleza con el patrimonio románico en parajes naturales que hacen de la visita a ermitas, iglesias y monasterios una experiencia única. Las crónicas de los viajeros del siglo XIX subrayaban entonces el descubrimiento de lugares que, o no estaban en los mapas, o eran desconocidos por el gran público.
Hoy, lugares como San Juan de la Peña (Huesca) o las iglesias del Valle de Bohí (Lleida) mantienen su encanto en enclaves apartados, junto a parques y reservas naturales.
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