Hace 14 años, un entonces desconocido Martin McDonagh debutaba en la dirección con una comedia gamberra llena de violencia llamada Escondidos en Brujas. Realmente se trataba del salto al cine de uno de los dramaturgos británicos más reconocidos del teatro, y las tablas escribiendo se notaron en una película fresca y divertida que logró una nominación al Oscar al Mejor guion. También trajo el mejor papel hasta el momento de Colin Farrell, que coincidía en pantalla con un imponente Brendan Gleeson. Los orígenes irlandeses de McDonagh se notaban en aquella película, pero no se había atrevido a explotarlos tanto como ha hecho en Almas en pena de Inisherin.