Sylvia Plath publicó su única novela, La campana de cristal, con el seudónimo de Victoria Lucas. La decisión, como señalan biógrafías y estudios, era en el fondo una forma de protegerse —a menudo los seudónimos son escudos, no máscaras—. En parte porque el salto a la novela, si no caía de pie, podía empañar su carrera como poeta, en parte porque era un texto con una carga autobiográfica en la que su entorno no quedaba, precisamente, muy bien parado.
La novela rememoraba, a través de un álter ego llamado Esther Greenwood, el tiempo que Plath pasó en Nueva York a mediados de los 50 trabajando para la revista Mademoiselle, junto a otras once jóvenes universitarias.