Xavier Dolan tiene 34 años, ocho películas y una serie. Pocas carreras tan prematuras y fulgurantes se recuerdan como la del cineasta canadiense. Desde su portentoso debut, realizado con solo 19 años, marcó unas señas de identidad propias que mostraban una personalidad milenial que no se avergonzaba de serlo. Dolan tenía, o aparentaba, una seguridad aplastante para introducir canciones y guiños pop, cámaras lentas y recursos que normalmente son señalados con desdén. Él los pasaba por su imaginación, por su particular forma de entender el melodrama y acababa ofreciendo momentos de una belleza sobrecogedora; la escena de Mommy en la que el protagonista ensancha el formato de la pantalla al ritmo de Wonderwall es una de los momentos más hermosos e influyentes del cine de autor de los últimos años.
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