Puede sorprender que alguien haya empapelado los barrios obreros de varias ciudades con carteles que invitan a los votantes de izquierdas a abstenerse el 10-N. Puede sorprender aún más que sea precisamente un consultor que trabaja para el gurú electoral de Pablo Casado el que haya pagado miles de euros para publicitar esa misma campaña en Facebook. Sin embargo, lo que no debe sorprender en absoluto es que alguien haya pensado que desanimar a los votantes de izquierdas sale más a cuenta que convencerles de que voten a la derecha. Eso no puede sorprender, EEUU lo ha vivido hace muy poco.