A mediados de febrero, varios gobiernos europeos, pero no todos, eran conscientes de que la pandemia del coronavirus podía llegar a sus países. Asesores científicos del Gobierno británico ya habían recibido los primeros modelos epidemiológicos que alertaban de la posibilidad de un alto número de contagios y muertes. El primer ministro, Boris Johnson, inició en esos momentos unas vacaciones de dos semanas fuera de Londres con su novia.
"No puedes ir a la guerra si el primer ministro no está allí. Y lo que aprendes con Boris es que no preside muchas reuniones. Le gustaban los descansos en el campo. No trabajaba los fines de semana.