Las estocadas diarias del presidente Donald Trump a la prensa y medios de comunicación son censurables y despreciables. Trump nunca pierde la oportunidad de atacar a periodistas en las ruedas de prensa, en las "ruedas exprés" que brinda en los jardines de la Casa Blanca bajo el rugido de las hélices del helicóptero presidencial y, especialmente, en sus actos de campaña.
La semana pasada, en una convención de tres días para partidarios de Trump celebrada en su resort de golf National Doral, en Miami –donde por cierto Trump pretendía organizar el encuentro del G7 del próximo año con el consecuente beneficio económico personal–, se mostró un vídeo en el que se representa a Trump entrando en una "iglesia de noticias falsas" y matando feligreses cuyas cabezas fueron reemplazadas por logotipos de medios de comunicación o rostros de opositores políticos.
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