Un pelotón de políticos en campaña electoral abren la puerta y entran en un cerebro gigante de poliéster, pintado de color rosa. Pasan cinco minutos y el cerebro sigue cerrado con los políticos en su interior. Y con el minuto seis los jefes de protocolo se incomodan. Tratan de forzar la puerta, quieren sacar de las tripas al ministro de Cultura, el alcalde de Madrid, las consejeras, alguna candidata, directores generales, asesores, jefes de gabinete… Hasta que la puerta vuelve a abrirse y la duda se despeja. A la veintena de políticos que ha accedido al interior del cerebro no les ha pasado nada.
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