Hay actores que quedan unidos para siempre a un personaje. Al menos, para el público. Para los espectadores, el rostro de Toni Servillo les transporta, de forma directa, a la Roma de Paolo Sorrentino en La gran belleza. Servillo será para siempre Jep Gambardella, aquel escritor al que conocíamos a ritmo de Raffaella Carrà y "Mueve la colita, mamita rica", en una de las presentaciones de personaje más brillantes del cine reciente. Sin embargo, en el caso de Servillo sería reducir una de las carreras más brillantes y redondas del cine europeo reciente a una única película.