“Dediquen esta canción a su novio, su novia, mamá, papá, amigos. Escriban a esas personas dando las gracias por hacer su vida más bonita”. Dos horas de baile, goce, gritos y euforia después; Karol G ha detenido este sábado el tiempo en su concierto en Madrid para conceder todo el protagonismo a la ternura. Y de paso, romper unos cuantos corazones. Aunque más que romperlos, abrazarlos, cada uno en su contexto, ya fueran lágrimas, sonrisas, manos en alto meciéndose a su son, manos agarradas a quienes tuvieran al lado o, incluso, manos portando teléfonos en videollamada haciendo partícipes a personas lejanas –en distancia real, que no emocional– del poderoso show.