Daba igual cómo lo hicieran, Jordi Évole y Màrius Sánchez estaban condenados a la polémica. No importaba el resultado, ni la intención. Ni siquiera lo que ellos tuvieran que decir al respecto. Hay sectores que no quieren hablar de ETA. Y hay otros que sí lo quieren hacer pero para usarla como arma arrojadiza en el Congreso de los Diputados, y convertir esas siglas en un sinónimo de todo lo que está en contra de la derecha. PP y Vox han arropado a las víctimas de ETA pero a la vez han seguido aireando las atrocidades cometidas por la banda terrorista.