Cualquier relación, ya sea personal o profesional, acaba teniendo una estructura jerárquica. Siempre hay alguien que ostenta una posición de poder. Ocurre, por supuesto, en las familias, donde las madres y los padres deben ser siempre la figura respetable que ponga normas a sus hijos. Que les vean como gente centrada, sensata y que sabe de lo que habla. Pero, ¿se pueden romper esos moldes clásicos entre madres e hijos?, ¿se puede maternar apostando por una horizontalidad en vez de por la clásica estructura vertical? En el fondo esas cuestiones están detrás de la clásica pregunta sobre si una madre puede ser amiga de su hijo.