Las palabras, en ocasiones, preceden a los hechos. Si antes 'virus' era ponzoña, veneno o podredumbre, ahora existe en la medida en que se extiende y prolifera en ese fenómeno al que nos referimos como viral. Sin embargo, el privilegio que tienen las palabras es que, al contrario que otros entes, estas pueden resucitar e incluso para más inri, una vez resucitadas, a veces se ponen de moda. Y es que ya se sabe, todo vuelve.
De símbolo marginal a aparador de tendencias, la palabra en auge es brutalismo, otra fosilización de la arquitectura moderna convertida en espectáculo de decrepitud arquitectónica: moles de hormigón crudo, sin ornamento y, en muchos casos, carcomidas por el amianto.
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